Kenenisa Bekele, de Bekoji al Olimpo del atletismo

Kenenisa Bekele, de Bekoji al Olimpo del atletismo

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Beki, sentado frente a un macchiato, apenas retira la vista del monitor de televisión. Junto a otros jóvenes, la mayoría ataviados con ropa deportiva, el prometedor atleta está entre orgulloso y estupefacto por la hazaña que escupe la caja catódica. «Es un héroe. Es nuestro héroe de Bekoji», explica posteriormente a través de las redes sociales, en referencia al estreno de Kenenisa Bekele en la maratón. Razón no le falta a nuestro joven protagonista. El plusmarquista mundial de 10 mil y 5 mil metros acaba de ascender un escalón más en el Olimpo del atletismo con su victoria en la capital francesa (con récord de la prueba incluido y todo), deteniendo el crono en 2 horas,

5 minutos y 4 segundos. Ahí es nada.

Beki, que vive la escena en Bekoji, la ciudad de los corredores, a casi 3 mil metros de altitud, saca pecho de su vecino. El ignoto pueblecito, a pocas horas de Shashemene, Awasa o las Bale Mountains, cobró popularidad a partir de la magnífica película documental Town of Runners. Un lugar entrañable visitado regularmente por Endoethiopia (forma parte de alguno de nuestros programas, incluidos los de la maratón de Awasa) y que ha acunado a deportistas como las hermanas Dibaba, Derartu Tulu o el propio Bekele.

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Cuando, por ejemplo, llevamos el año pasado al aventurero Jesús Calleja a filmar algunas escenas para uno de sus programas que se emiten en Cuatro, constatamos, una vez más, que la altura, las características orográficas del lugar, el duro entrenamiento, sumado a la alimentación (la injera es la base de la comida) y a una genética prodigiosa, hacen de este núcleo un pasto abonado a los campeones del atletismo.

Bekele, sin ir más lejos, es su último gran representante. Heredero natural de Bikila y Gebrselassie (que, por cierto, nació a 30 kilómetros de Bekoji) ha entrado por la puerta grande de la maratón en la capital parisina. Si alguien tenía dudas, el menudo deportista se ha encargado de aclararlas a golpe de ritmo. Su evolución parece clara, y todo apunta a una gran meta: los Juegos Olímpicos de Río de Janeirodel año 2016. Si en las Olimpiadas de Atenas 2004 fue oro en 10 mil y plata en 5 mil, en las de Pequín 2008 repitió oro en 10 mil y se llevó también (por fin) el preciado metal en los cinco kilómetros, su sueño es subirse en lo más alto del cajón con la distancia originada tras la gesta del soldado griego Filípides.

Un portento físico que ha resaltado en diferentes modalidades (incluidas el cross) y que ejemplifica el valor (y poder) del atletismo en Etiopía. Hace unos días veíamos con satisfacción la popularidad de este deporte con el proyecto In Real Time  de la asociación Abay en Walmara.

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No es el único caso. Hordas de jóvenes entrenando cada mañana en las montañas Entoto de Addis Abeba, un estadio nacional que sigue mimando a grandes especialistas y, en definitiva, una merecida fama de campeones de la media y larga distancia que no solo compiten contra Marruecos o Kenia, sino contra la Historia.

Aunque el fútbol cobra protagonismo creciente (nosotros vivimos recientemente un caso en el partido entre el St.George etíope y el Ramassà catalán), los chicos como Beki aspiran a ser como Bekele. Por eso, seguramente, tras apurar su macchiato en el bar de Bekoji con los ecos de la victoria de su compatriota de fondo, se calzaría las zapatillas, se ajustaría la camiseta en su magro cuerpo y trotaría, ligero, anhelando ser él, un día, el héroe de Bekoji.

Texto: RAFA MARTÍN /Fotos: ASSOCIATED PRESS y TONI ESPADAS

 

 

 

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