
Un partido de fútbol en Etiopía que pasará a la historia
Miki, Jordi, Jaume, Jose, Ángel, y el resto de compañeros, trotan cerca de las gradas agitando las manos. Saludan efusivamente, lanzan besos al respetable y aplauden desaforadamente. Algunos, con lágrimas en los ojos, se abrazan a los espontáneos de turno conscientes que están experimentando una jornada histórica
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. ¿A quién le importa ya haber recibido un serio correctivo en el campo de fútbol?
Un 6 a 0 en contra en el Estadio Olímpico de Addis Abeba, ante 20 mil personas, contra el todopoderoso St. George (el más respetable de Premier etíope y uno de los cinco mejores del continente) y a una altura de 2.400 metros han sido demasiados obstáculos para el modesto A.E Ramassà. Un equipo amateur de Cuarta Catalana, de la población barcelonesa de Les Franqueses del Vallès, que ha plantado cara a una escuadra con seis internacionales en el conjunto titular (¡ojo, Etiopía ha estado cerquita de clasificarse para el Mundial de Brasil!).
Por ese motivo, la treintena de personas que forman la expedición (entre futbolistas, equipo técnico y directivo y familiares) están exultantes este 9 de marzo del 2014. Han cumplido un sueño con esta vuelta de honor.
Una quimera que se inició meses atrás a raíz de la participación de un grupo de corredores amateurs de Granollers en la maratón de Awasa del año pasado (que, por cierto, Endoethiopia repite de cara a este 22 de junio). Una idea que fue madurando y que se plasmó en convocatoria en las pasadas Navidades. Una maravillosa utopía que se concretó dos días antes del match con la llegada a Addis Abeba de los valientes deportistas. Desde ese instante, las sorpresas fueron continuas. Que si una visita a las Entoto para aclimatarse a la altura, que si un entrenamiento relámpago en el propio escenario con apagón de luz incluido, que si la charla técnica con los árbitros internacionales, federación etíope, club organizador en el lujoso Sheraton..
En fin, que no faltaron las anécdotas de este grupo concentrado en el National Hotel de la capital etíope. Acostumbrados a pelear en la liga doméstica con poco más de 200 incondicionales en las gradas, los del Ramassà se frotaban los ojos, incrédulos, cuando una patrulla policial les escoltaba camino del estadio, los aficionados les pedían autógrafos o 20 mil gargantas canturreaban el himno local en el lugar donde, por ejemplo, el gran Gebrselassie ha conseguido alguno de sus éxitos atléticos.
El partido en sí demostró la superioridad etíope y, sorprendentemente, la tenacidad visitante. Hasta que las fuerzas no flaquearon y la altura se hizo notar en pulmones y piernas (en el minuto 70 de partido iban 2 a 0), el St. George no salió airoso del choque y pudo doblegar a la escudra cuatribarrada.
Una digna actuación, completada con la entrega de 160 kilos de material solidario y la promesa de que, en un futuro cercano, el club africano pueda devolver la visita a Cataluña.
La historia no acabó aquí. Hubo celebraciones en la cálida noche de Addis, viaje y estancia en la montaña de los Dorze, fotografías a los hipopótamos y cocodrilos del lago Chamo, paseo por el agradable lago de Awasa y decenas de kilos de café Tomoca como recuerdo.
Un viaje inolvidable que empezó con un partido memorable y un cántico (¡Ramassà, Ramassà, Ramassà!) que quedará para la historia en Etiopía.
Texto y Fotos: RAFA MARTÍN