
De compras por el Merkato de Addis Abeba
El taxista se encoge de hombros, vuelve a renegar en amárico y reemprende la marcha
case of erectile dysfunction, problems may be lifelong orBased on this pharmacodynamic profile, several adverse events can be anticipated with the use of sildenafil (such as facial flushing, headache, effect on visual function). female viagra.
. Detiene el vehículo
unos metros más tarde y, con infinita paciencia, insiste: «Esto es Merkato». Minutos después, ya fuera del vehículo, y perdidos en la inmensidad de este gran centro comercial al aire libre de Addis Abeba, reconocemos nuestro error y entendemos con retraso la incomprensión del abnegado conductor.
Merkato no es un mercadillo al uso. Mejor podría decirse que se trata de un inabarcable océano de puestecitos, tiendas, kioskos y paradas donde es posible conseguir de todo. ¿Una joya?, en Merkato; ¿un poco de qat para compartir con los amigos?, pues igual; ¿el último éxito de Teddy Afro?, más de lo mismo. Estamos frente al mayor escaparate comercial de Ethiopia
Merkato, que etimológicamente nos retrocede a la invasión italiana, ocupa miles de hectáreas, da empleo diariamente a más de 13 mil personas, dispone de más de 7 milnegocios y, dicen, es el mercado al aire libre más grande de toda África ( aunque es una retahíla que puede escucharse en no pocas capitales del continente…). Cifras todas ellas desmesuradas que no esconden el gran secreto de Merkato: pasear por sus callejuelas y perderse en la inmensidad.
Ir de compras constituye toda una experiencia. En primer lugar, porque nunca sabes qué puedes acabar llevándote. En este lugar, verdadero motor económico nacional, todo se recicla, desde un móvil al aceite, pasando por un candado herrumbroso o un escudo presuntamente procedente del valle del Omo. En segundo lugar, porque el cliente pone a prueba su humor y el arte del regateo. Ya se sabe que un artilugio de determinado valor en birrs, puede conseguirse por un precio inferior, o no…
Además, porque Merkato es una suerte de cacofonía de olores, sonidos y colores. Para el inexperto, más pendiente de su cámara y de no ser engullido por las laberínticas calles (cubiertas y no), puede que le pase por alto el encanto de este centro comercial que, como la vida misma, esconde historias fascinantes, ejemplos de superación y un rostro amable tras el puesto de verduras.
Por eso, de regreso a la popular Piazza de Addis, tras varias horas zambulliéndonos en el mundo de las transacciones comerciales y retratando la otra cara de Ethiopia, lo más inteligente es reposar en una terraza y degustar una Saint George. Seguro que, a los pocos minutos, nos invandirá un deseo irrefrenable y preguntaremos «¿volvemos a Merkato?».
Texto: RAFA MARTÍN/ Fotos: TONI ESPADAS